Explotación, pobreza y marginalidad entre menores migrantes no acompañados
Por Stephanie Lynnette Canizales, University of Southern California

Como menores migrantes están a la vanguardia del discurso de reforma migratoria y propuestas de política, entendiendo la diversidad de sus perfiles y experiencias es necesario para crear política de inmigración holística. En 2013 yo realicé un estudio con jóvenes no autorizados quienes vinieron al EE.UU. como menores de edad sin acompañante para apoyar a sus familias en sus países de origen. Yo encontré que esta población creciente y en riesgo enfrenta explotación, pobreza y marginalidad que no es reconocida ni abordada por la política corriente.

Los jóvenes inmigrantes han sido el centro de discusiones de reforma migratoria federal desde la reelección del Presidente Obama en 2012. Aproximadamente cinco millones de jóvenes indocumentados viven en los Estados Unidos, con 1.1 millones solo en California.[1] 

Datos Claves

  • Jóvenes trabajadores no acompañados e ilegales carecen de acceso a las instituciones de apoyo necesarias para manejar los desafíos complejos que enfrentan. 
  • Menores sin acompañantes están en los margines económicos de la sociedad urbana con niveles bajos de educación y conocimiento del inglés, que los hace vulnerable a explotación del trabajo y exclusión social.   
  • Sus situaciones precarias legales y financieras lleva a altos niveles de estrés, depresión, ansiedad, y dolor físico. 

Ambos Development, Relief, and Education for Alien Minors (DREAM) Act, propuesta en 2001, y Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA), firmada en 2012, apuntan a la legalización de jóvenes migrantes. Sin embargo, educación y requerimientos de servicio militar pasan por alto en 62 por ciento de la población de jóvenes migrantes incluso a los individuos de esta investigación—jóvenes no acompañados y adultos jóvenes quienes vienen a EE.UU. para trabajar para apoyar a sus familias en sus países de origen.[2]

Investigaciones enfatizan los riesgos mentales y emocionales de ser negado a ritos de pasos como conseguir un trabajo o licencia de conducir, o aplicar para la universidad.[3] Jóvenes sin acompañantes también tienen carencia de la capital asociada con el apoyo de un padre o un tutor y de la participación en ambientes de apoyo en la escuela que proveen mentores y compañeros quienes legitiman su identidad social y membresía. 

Jóvenes migrantes no acompañados

Este estudio consiste de observaciones y entrevistas etnográficas de un grupo informal de apoyo para jóvenes migrantes en Los Ángeles. En casi 200 horas de trabajo en campo, yo interactué con entre diez a 30 jóvenes en cada reunión, y condujé 15 entrevistas en profundidad para suplementar observaciones del campo. 

Los miembros del grupo eran jóvenes trabajando y indocumentados quienes migraron a Los Ángeles como menores de edad sin acompañante con la intención de trabajar para apoyar a sus familias que quedaron en su país de origen. Ellos procedían de pueblos Mayas indígenas en Guatemala donde el lenguaje primario es el K’iche y Q’anjobal. El nivel más alto de educación en este grupo era 4to grado con la excepción de un joven que logró agarrar su GED después de diez años estudiando en los Estados Unidos. En ese momento, los respondientes tenían 18 a 35 años y vivían en EE.UU. entre cuatro a 19 años. Ellos trabajaban en el centro de Los Ángeles. 

Aunque muchos de estos jóvenes podrían calificar por pólizas inclusivas de inmigración basados en su edad y tiempo estado en el país, ellos son excluidos porque no están inscritos en una escuela. También, porque no viven con un padre o tutor, ellos no pueden inscribirse en una escuela y buscan mejor trabajar para sobrevivir y sostener sus familias en el extranjero. 

Entrevistas con los jóvenes

Este estudio se enfoca en un segmento específico de la población: jóvenes guatemaltecos Maya en Los Ángeles, California. Los jóvenes entraron a los Estados Unidos como menores de edad sin acompañantes con bajos niveles de educación y conocimiento del ingles, y empezaron a trabajar en ocupaciones como la costura, servicio, construcción, mantenimiento, y trabajo domestico. 

Los participantes del estudio enfrentaron exclusión extrema relacionada con las circunstancias precarias y vulnerables. Hubo temas recurrentes durante la investigación que incluyeron relatos de inmensos problemas de salud emocionales y mentales como la depresión, estrés, ansiedad y temor. Muchos de estos jóvenes trabajaban en fabricas de costurero que tenían mal iluminación y ventilación por hasta 11 horas por día, seis días por semana, y reportaban un ingreso medio de $350 por semana. El robo de salarios—cuando un jefe retiene salario merecidos—fue también comúnmente reportado.[4] Finalmente, horarios de trabajo limitaban la habilidad de ir a la escuela y participar de eventos de la comunidad o de placer que contribuyen a la salud física y mental. 

Pensamientos y emociones abrumadores frecuentemente estaban ligados a reportes de condiciones pésimas del trabajo, la pobreza, la distancia cultural y la discriminación. Omar,[5] un trabajador de costura de 18 años quien ha estado cuatro años en Los Ángeles dijo que se siente estresado por trabajar tanto como hace y todavía no podía ganar lo suficiente. Él también dijo que su inhabilidad de controlar sus pensamientos del estrés le da dolores de cabeza. Dijo, “¡Es que…es que no sé lo que está pasando dentro de mí!” 

Flor, una ama de casa y trabajadora de costura, quien ha estado seis años en Los Ángeles, habló como pasa la mayoría de su día oscilando entre la depresión y el enojo, que inhiba su habilidad de mantener empleo o completar sus labores domesticas. Ella dijo que sus ‘emociones’ le causan que sienta ‘hormigas’ caminado por su espalda y en su cabeza. Ervin, un trabajador de costura de 19 años quien ha estado en Los Ángeles por tres años, describió que el prefiere la oscuridad. El dijo que sale del trabajo a las 7 o 7:30 p.m. todos los días,  cuando esta oscuro, y luego está en el trabajo otra vez a las 6 a.m. Él dijo, “No me gusta la luz, creo que la gente me van a mirar… Hay algo dentro de mi que no me deja en paz.”

Pólizas inclusivas y gran potencial 

Investigadores han recientemente cuestionado lo que se pierde cuando jóvenes ilegales aprenden a ser legales.[6] Los jóvenes en este estudio eran diferentes comparados a muchos de los jóvenes ilegales en cuanto como ellos han migrado solos para sostener a sus familias en sus países de origen. Aunque estos jóvenes tienen carencia de capital humano en su definición estándar, ellos son individuos altamente motivados y realizados, aunque sus bajos niveles de educación y conocimiento del inglés los llevan a un nivel del bajo potencial de ingresos. Además, su estado migratorio y su temprana edad los hacen más propensos a ser explotados comparado a un trabajador común con salario bajo.

Este estudio sugiere que los servicios de apoyo como cursos de conocimiento financiero, educación de derechos de trabajadores, clínicas de salud y grupos de apoyo pueden servir para reforzar la salud, el bienestar y el sentido de inclusión para estos jóvenes. Pólizas actuales como DACA o el propuesto DREAM Act basan la elegibilidad en un entendimiento limitado de jóvenes indocumentados que trabajan.

Para estos jóvenes, reforma migratoria podría mejorar el cumplimento de sueldos y horas justas. Eliminaría el temor de ser despedido o deportado por reportar condiciones de trabajo o tratamiento injusto. Esto puede permitir a jóvenes que busquen inversiones educativas o que no tienen que ver con el trabajo, que son necesarias para la incorporación social, una aspiración incrementada para la movilidad, y la salud física y mental. 

Stephanie L. Canizales es una candidata de doctorado en el Departamento de Sociología en el University of Southern California.

 

[1] Fortuny, Karina, et al. 2007. “The Characteristics of Unauthorized Immigrants in California, Los Angeles County, and the United States.” Urban Institute.

[2] Batalova, Jeanne et al. 2010. “DREAM vs. Reality: An analysis of Potential DREAM Act Beneficiaries.” Migration Policy Institute. 

[3] Gonzales, Roberto et al. 2012. “Awakening to a Nightmare”: Abjectivity and Illegality in the Lives of Undocumented 1.5-Generation Latino Immigrants in the United States.” Anthropology.

[4] En un caso extremo, un empleador retenó $8,000 durante un año. 

[5] Todos los nombres son seudónimos para proteger la privacidad de los participantes.

[6] Gonzales, Roberto G. 2011. “Learning to be Illegal: Undocumented Youth and Shifting Legal Contexts in the Transition to Adulthood.” American Sociological Review.